Saturday, March 15, 2014

LOS TAMALES …Y OLGA





(Publicado por D. Jácome)





La palabra tamal proviene del nahuatl “tamalli”, que significa “envuelto” y se define como una masa de harina de maíz envuelta en las hojas de la mazorca y cocida.

En Cuba el hacer tamales es un asunto familiar, de tradición, aún cuando se hacen para vender . Y en caso de tamal dominguero o familiar puede que se incluya la mesa de dominó y algo de beber, para alegrarnos un poco. La sabrosura de los tamales en hojas radica en que mantienen su sabor sin que se le evapore, porque lo preserva su propia hoja.

El origen del maíz fue, probablemente, en la región central de México, desde donde se diseminó por el resto de América. Si consideramos sus casi 5000 recetas para su confección, desde el Río Bravo hasta la Patagonia, Caribe y gran parte de los Estados Unidos, en Cuba las variedades de tamal no son muchas: Tamal en hojas, de maíz y en ocasiones en hojas de plátano; Tamal en cazuela; la Hayaca y el Tallullo, aunque estos se diferencian principalmente porque uno tiene relleno y el otro no. Y claro, está el Bacán o Guanimo, con masa y hojas de plátanos, muy ligado a los mambises y las Guerras de Independencias.

Para los rellenos predominan las masas de cerdo y los chicharrones, algunos con pedazo de pollo, y los marineros con pescados, siendo estos últimos los menos conocidos. Los hay picantes o no, pero casi siempre es el picante aparte para el que gusta de ello. Y el único dulce es el Ekó, una transculturación africana dedicada en Cuba a sus Orishas, pero también compartible y a veces en venta ambulante.

En la carta que escribe Almirante Cristóbal Colón a Su Majestad, la reina Isabel la Católica, el 5 de noviembre de 1492, ya le comenta sobre el maíz. En ella el Almirante relata su cultivo y el uso que le daban los aborígenes. Años después, Fray Bartolomé, el Padre de las Casas, defiende el derecho de los indios de dedicarle tiempo a cultivar y cosechar el maíz, con el cual hacían un guiso que no se diferencia mucho del actual de los cubanos. Cristóbal Colón, llevo granos a España para que fueran cultivados. En España fue introducido desde 1604 en Asturias y Galicia por el gobernador de la entonces Florida. Pero los arawacos y los tainos no eran los mejores expositores de ese cultivo.

Fue después de la conquista de México, un cuarto de siglo más tarde, cuando los Conquistadores comienzan a comprender verdaderamente este “regalo de los dioses”. Y aun muchos años más pasaron, cientos quizás, para que la humanidad lo comprendiera en toda su magnitud y desarrollando su cultivo en otras partes del mundo. Su comercio y producción, al comienzo de este Siglo XXI, relega a su país originario al sólo 3,2 % del mundo.

Las historias de los aztecas y mayas plantean que los hombres creado por los Dioses fueron hechos con la masa del maíz. Los mayas tenían varios Dioses asociados al maíz y su cultivo. Las pruebas arqueológicas del maíz más antiguo encontrado, fue en el área de Guatemala con 8 000 años antes de nuestra era.

Sus ventajas principales, a diferencia de la yuca del casabe, es el poco tiempo de cultivo y la posibilidad del doble cultivo al sembrarlo junto a los frijoles. A lo mejor a los tainos les faltaron unos cientos de años para emparejar su cultura culinaria con los mayas de tierra firme. Pero seguro que algo le aportamos nosotros después de haber pasado, el maíz, por los barracones de esclavos y los bohíos de los libertos. Hoy en día es común ver o hacer el guiso de maíz, la harina en cazuela, harina dulce, albóndigas, frituritas, pan y el no menos famoso tamal, hayaca o tallullo.

Pero lo que me hace traer los tamales a esta página, es Olga, la tamalera.

Olga Moré Jiménez, nace en Cruces, Cienfuegos, en 1922 , pero su fama tenemos que ubicarla a comienzos de 1950, que con tres niños y una madre a su cuidado, decidió vender tamales para ganarse el sustento diario. Para ello se valió de sus habilidades culinarias para vender un manjar popular de la cocina criolla y tradicional: el tamal en hojas. Y según se cuenta, eran los mejores. Olga elaboraba unos tamales en hojas exquisitos, muy diferentes de los que expendían en las fondas y cantinas a domicilio.

En esa época no era habitual ver a una mujer comerciando productos en la calle, por lo que recibía insultos o se reían de ella, pero Olga no se dejaba aminorar por estas simplezas y trabajó duro para posicionar sus tamales en el mercado callejero.
Todos los días desfilaban por la puerta del hogar de Olga, cientos de personas, para comprar el delicioso platillo, incluso le encargaban con anticipación para celebrar bodas, cumpleaños y todo tipo de festejos. Su fama trascendió de Cienfuegos a La Habana y se extendió por toda la isla.

Ya en La Habana, comenzó a frecuentar la esquina de Prado y Neptuno y las matinés de las sociedades de baile. Entraba y se paraba junto a su lata a pregonar: ¡pican,, no pican!….. Poco a poco la calidad de sus tamales y la personalidad de Olga fueron ganando popularidad y fue imponiendo su producto sobre otros vendedores de la época.

Pero otra faceta de Olga, es que era también buena bailadora y cuando la venta estaba baja en las salas de baile, le encargaba su lata de tamales a algún amigo, y se ponía a bailar con mucho ritmo, gracia, y estilo.

En uno de esos saloncitos de baile que frecuentaba, como vendedora, cerca del parque “La Normal”, conoció a Félix Reina y a José Antonio Fajardo, de la Orquesta “Fajardo y sus Estrellas”. Ambos eran asiduos consumidores de estos tamales. Y es Félix quien decide componer una canción para que se recordaran de tan popular personaje. Según Fajardo los tamales de Olga le gustaban muchísimo y no tuvo dudas en incluir la canción en el repertorio de la Orquesta. Así es el origen de este cha-cha-chá que le dio la vuelta al Mundo y le dio popularidad a Olga.

La orquesta Aragón años más tarde, cuando todavía se llamaba “Orquesta Típica Cienfueguera”, incorporó a su repertorio la canción y con ello volvió a dar vida a los tamales de Olga. La receta de los afamados tamales nunca fue divulgada, sólo la conocían su hija y su marido, pues ella siempre la guardó celosamente.

Pero su fama ha ido más allá de nuestras fronteras y aún en la actualidad existen negocios de venta de tamales caseros con el nombre comercial: “Tamales Olga” y “Olga la Tamalera”. Olga, permanece en los recuerdos de una época ya ida, y en el ritmo de:
Pican, no pican, los tamalitos que vende Olga, Olga,
pican, no pican, los tamalitos que vende Olga.

CUBA EN LA MEMORIA 13.12.2013

No comments:

Post a Comment

add this

comment box facebook

comment box face