Saturday, March 15, 2014

CINODROMO MARIANAO Carreras de perros


(Publicado por D. Jácome)


El “Cinódromo de Marianao”, se encontraba ubicado en Quinta Avenida y Calle 146, en el municipio Playa, antiguo y exclusivo reparto “Country Club” y hoy igualmente exclusivo reparto “Cubanacán”. 

Es posible que muchos de los que hoy conocen las instalaciones deportivas del “Eduardo Saborit”, en la “rotonda de la Playa”, desconozcan que la edificación con forma de estadio allí enclavada era un cinódromo. Es decir, un lugar para la carrera de galgos. En algo similar a las carreras de caballos, solo que los galgos corren detrás de una liebre artificial, como estímulo, que rueda por un riel colindante con la pista y a la que les resulta imposible alcanzar. Para que se detengan, una vez que llegan a la meta, se apaga la luz y se corta la pista con una barrera.

Propiedad de la operadora “Havana Greyhound Kennel Club”, que controló estas carreras desde su inauguración el 12 de Julio de 1951. Su vicepresidente fue Pedro Mendieta, sobrino de Carlos Mendieta, coronel mambí y ex presidente de la república en el periodo 1934-1936.

Las carreras de canes son practicadas en muchos países del mundo, por ser consideradas una competencia emocionante y de gran interés turístico. Como expresión deportiva, abarca no sólo el aspecto económico, sino el placer y el riesgo que se experimenta al saber que cualquier pequeña imprecisión en su realización puede alterar sus resultados y convertir el éxito en revés o viceversa.

Estos espectáculos recreativos existen en muchos países, donde contribuyen al esparcimiento y a la distracción del individuo, además de ofrecer una opción atractiva para los turistas. Nuestro país, dependiente del turismo, bien podría beneficiarse con sus beneficios.

La construcción del Cinódromo de Marianao comenzó en 1950, siendo inaugurado el 12 de julio del siguiente año. Se le conoció con el nombre de "Havana Greyhound Linel Club". El presupuesto general de la obra fue de $500,000 y se le consideró entre los mejores de su tipo, por su alta funcionalidad tecnológica y su belleza estructural, brindando además trabajo y bienestar económico a más de 300 familias cubanas.

Como area complementaria para su mejor funcionamiento, disponía de la finca “María”, ubicada en la carretera de Pinar del Río, que contaba con más de 600 perreras.

La primera temporada que realizó se extendió de julio a noviembre de 1951. A partir de ahí comenzaron a efectuarse dos temporadas anuales, hasta su cierre. La primera abarcaba los meses de febrero a junio y la segunda iba de agosto hasta noviembre.

La instalación brindaba absolutas garantías, tanto de los procedimientos seguidos en las corridas, el cuidado de los animales, seriedad en las apuestas y la distribución de las ganancias de los jugadores. Las “monedas” que aparecen en la imagen, son los “token”, que es una ficha en forma de moneda, acuñada por algunos organismos o instituciones para de forma restringida sustituir a las monedas auténticas de curso legal, para un lugar y un período de tiempo determinado. Este es el caso de las fichas utilizadas en las apuestas del Cinódromo de Marianao.

La calidad de los canes era superior, incluso algunos de ellos obtuvieron premios en pistas internacionales al establecer nuevas marcas de velocidad. Para cumplir con la programación de las dos temporadas anuales, contaban con una cifra superior a 600 ejemplares de primera calidad, los cuales eran atendidos en las ya mencionadas perreras especiales de la propia entidad.
Por ética, los galgos eran suministrados por criadores privados y su preparación debía responder a las normas y requisitos que exigía la directiva de ésta. El estado físico de los canes era supervisado por especialistas competentes lo que les garantizaba su prestigio internacional. Previo a las competencias oficiales, los galgos eran sometidos a un proceso de pruebas, que eran de pública exhibición.

El cinódromo de la ciudad no solo fue un centro de actividad lucrativa y de orientación definida al entretenimiento deportivo y social, sino también una fuente de captación de utilidades económicas, por el efecto atractivo que ejercía entre los visitantes interesados en las demostraciones que allí se realizaban. Y, sobre todo, un inofensivo pasatiempo cuyo beneficio comunitario pudo haberse potenciado tornándolo más popular y asequible a todos. Suprimirlo, no benefició a nadie.

Quizás algunos recuerden aquella etapa de esplendor de esta instalación deportiva, cuando figuraba entre los cinódromos más prestigiosos y modernos del mundo.

CUBA EN LA MEMORIA 09.12.2014

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