Saturday, March 15, 2014

LECHEROS A DOMICILIO La vaca amarrada frente a la bodega...



(Publicado por D. Jácome)

El empleo fue una de las formas en que la inmigración española se hizo sentir en el desarrollo urbano e industrial habanero. Sitios emblemáticos de La Habana como las avenidas Carlos III y Belascoaín fueron —y aún lo son— sedes de mercados, industrias y otras empresas, donde numerosos españoles y españolas encontraron puestos de trabajo que les sirvieron para subsistir o mantener a sus familias, tanto en Cuba como las de España. Asimismo, toda la zona que cubre este segmento del actual municipio Centro Habana se convirtió en una zona de fuerte presencia española.

Las lecherías, por ejemplo, fueron un negocio en el cual muchos españoles se insertaron, entre los cuales figuraban numerosos canarios, quienes con sus carretones de leche deambulaban por la ciudad ofreciendo tan preciado alimento. A finales del siglo XIX, ante la ausencia de equipos de refrigeración, era común ver a emigrantes españoles ordeñando una vaca en las afueras de una bodega. De este modo siempre se compraba fresca. Otros recorrían la ciudad con sus vacas y el servicio era a domicilio.

Alejo Carpentier, en una de sus crónicas, rememoraba que La Habana de 1912, …”estaba circundada de potreros… donde el asfalto era casi un ilustre desconocido en la mayoría de aquellas calles de piedra o de tierra apisonada, llenas de peligrosos baches, ...y que recordaba a cada paso con las melodías de zarzuelas o pasodobles que tocaban los organilleros españoles en la capital cubana y se sumaban al concierto de pregones, cencerros y el sonido de los rebaños de vacas suministradoras de leche fresca y las mulas y caballos que tiraban de los carretones”…

Tradicionalmente se ha valorado menos la aportación empresarial canaria frente al de otra procedencia como la asturiana o la catalana, y aunque muchos emigrantes canarios comenzaron ejerciendo otras actividades agrícolas, terminaron formando una moderna industria lechera que abasteció a la capital de la década de 1920 a 1940.

Una de las grandes empresas llevadas a cabo por los canarios fue, en 1929, la “Compañía Lechera de Cuba”, S.A. Un grupo de emigrantes grancanarios, procedentes de los municipios del norte de la isla (Guía, Moya, Gáldar), que tenían pequeños negocios de reparto de leche en La Habana, se unieron para formar una empresa de elaboración de leche pasteurizada y homogeneizada, la cual fue absorvida por “Cía Operadora de productos Lácteos” S.A. en 1947.

El negocio lo comienza José Suárez Suárez, natural de Moya, quién se inicia en Cuba como empleado de una vaquería en 1920, en el lugar conocido por Campanario y Maloja y llegó posteriormente a ser Presidente de dicha compañía: “La lechera de Cuba, Cía,” que ya era propiedad del tal José Suárez, de Antonio Ortega Jiménez, José Benítez, Ezequiel Soto Suárez y otros. Había sido fundada por Pedro Interián el 29 de mayo de 1929, como la mayor y la primera planta de pasteurización en Cuba.

La firma propietaria se constituyó el 10 de diciembre de 1928 como resultado de unir “El palacio de la Leche, S.A”, propiedad de Antonio Ortega Jiménez y la “Compañía Abastecedera de leche de La Habana, S.A.”, de Pedro Interián Rizo, quienes eran los dos mayores comerciantes de leche de vaca de la capital. Se unieron con el fin de levantar un capital que permitiera invertir en la tecnología moderna de la pasteurización, así como aumentar el mercado abastecedor.

Esto solo fue el comienzo. Para 1957 la producción anual de leche en Cuba fue de 785 toneladas métricas. De esta industria se destinaba un 65% al consumo directo, a mantequilla un 10%, a queso el 11%, a leche condensada y evaporada el 9%, y a leche en polvo, 1%.

A la par crecieron Industrias de productos lácteos como “Guarina”, “Nela”, ”La Lechera”, “La Vaquita”…. La producción de leche nutría a un gran número de fabricas grandes y pequeñas de queso, mantequilla, leche condensada y evaporada, cuya producción en 1957 fue de 1,945,284 cajas.

Las principales razas de ganado vacuno, en 1958, eran: Cebu, Shorthorn, Hereford, Aberdeen-Angus, Brown Swiss, Holstein, Santa Gertrudis, Guernsey, y Charolais.

No había café con leche en el mundo como el de La Habana de esa época. Venía el camarero a la mesa con una lechera en una mano y la cafetera en la otra y en la propia taza te mezclaba el café con la leche. Todo un arte de sabor y precisión. La azúcar al gusto, ninguno sabía igual a aquel café con leche.

Algunos, para restarnos valor a los cubanos, comentaban que éramos un pueblo de chicharrones y café con leche. Sabemos que realmente fuimos mucho más que eso pues, económicamente, fuimos de los primeros países de América en muchos aspectos… pero, además, hacíamos unos chicharrones de puerco como para chuparse los dedos y preparábamos un café con leche que nos llevaba a la gloria…

CUBA EN LA MEMORIA 14.11.2013


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