Saturday, March 15, 2014

CUBA en la memoria PEQUEÑA BURGUESÍA NEGRA EN EL SIGLO XIX



PEQUEÑA BURGUESÍA NEGRA EN EL SIGLO XIX
(Publicado por D. Jácome)

A mediados del siglo XIX, no obstante tener Cuba un régimen esclavista, habitaban en la ciudad un grupo de criollos que formaban parte de la llamada “pequeña burguesía negra”, compuesta por pardos y morenos que habían comprado su libertad, llamados “coartados”; o por los que habían sido liberados por sus dueños, llamados “libertos”: o por haber nacido de madres que ya eran libres, a los que se les llamaban “ingenuos”. No dispongo de la información que explique la razón de estos términos. Algunos eran extranjeros ya llegados libres a la Isla, para lo que supongo necesitarían algún documento que lo acreditara, que para eso siempre hay funcionarios…

La mayoría de los de ésta “clase” se desempeñaban como artesanos, oficio que al parecer controlaban. Refiriéndose a 1830, José Antonio Saco, escribía “... así fue que todas las artes vinieron a ser patrimonio exclusivo de la gente de color...”

Los criollos de origen africano ejercían diferentes ocupaciones, entre las más comunes las de zapateros, sastres, peineteros, funerarios y capataces. Sastres había muchos, de algunos tenemos referencia por la literatura. Por la novela “Cecilia Valdés” conocemos al sastre Uribe que fue un personaje real. Francisco de Paula Uribe fue uno de los más famosos sastres que tuvo La Habana y contaba en su clientela a los más importantes y ricos de la ciudad. Incluso se le consideraba uno de los más grandes dueños de esclavos, entre los de su clase.

Otro, como José Agustín Ceballos dirigía la mayor cuadrilla del Muelle de la Contaduría con 160 jornaleros. Ser capataz de muelle era una posición privilegiada que producía ingresos elevados que le permitían comprar casas y esclavos. Llevaba una vida de ostentación, con esposa y varias “amantes”. Llegó a poseer seis casas, 7 esclavos y un capital de 25,000 pesos.

Una de las mejores agencias funerarias, que contaba con dos locales en la ciudad, era propiedad de un pardo, Félix Barbosa. Sus servicios eran utilizados por toda las capas de la población habanera, incluyendo militares y eclesiásticos, por ser considerado su negocio “de primera clase”. Tenía la exclusividad de un modelo de sarcófago de patente norteamericana, para difuntos de “primera clase”. Ejemplo del poder económico de la naciente burguesía negra es el entierro, realizado por Barbosa, para una morena libre, María Josefa Fiera, de nación carabalí, tuvo un sepelio de “primera clase” acompañado por ocho lacayos. Barbosa era propietario de dieciséis casas y esclavos, valorados en 45,000 pesos. Otro, en extramuros y de no menos importancia era la funeraria de Francisco Barroso. Un moreno libre, Juan Bertaut, considerado el negro más rico de Cuba, poseía 140 casas y un capital de 175,000 pesos.

Pero también se destacaron en la literatura como Juan Francisco Manzano, quien inició su obra aún siendo esclavo o Gabriel de la Concepción Valdés “Plácido”, del que ya publicamos y que comenté que era de origen humilde y expósito de la casa cuna.

En la pintura encontramos otros ejemplos, de origen africano, Vicente Escobar y Flores llegó a ser incluso Director de la Academia de Dibujo de San Alejandro. Su familia llegó a acumular una gran fortuna y prestigio por sus acciones en la Milicias Habaneras. Fue nombrado “Pintor de Cámara” por María Cristina, la Reina Regente y se le otorgó el título de alumno de la Real Academia de Bellas Artes de Madrid.

En la música varios compositores e intérpretes también destacaron. Algunos como Tomás Vueltas y Flores que compuso piezas de baile muy populares y otros que con éxito hicieron música de salón y tocaban y componían las mal llamadas “piezas de blancos”. Vueltas destacó por componer contradanzas en el mejor estilo. Ulpiano Estrada fue director de una famosa orquesta de la capital que tocaba magistralmente el “minuet de corte”, a solicitud de los bailadores, aunque ya no estuviese de moda. La cantante María Gamboa, actuó en Madrid, París y Londres, donde fue muy aplaudida y elogiada. Se le conocía como la “Malibrán Negra”.

Claudio Brindis de Salas, autodidacta, era ejecutante de contrabajo y violín, dirigía el conjunto “La Concha de Oro” y además impartía clases de baile en la sociedad habanera. Era reconocido por sus maneras y cortesía. Su hijo, Claudio José Brindis de Salas, violinista cubano conocido como “el “Paganini de Ébano”, le superó con creces y triunfó en escenarios de Turín, Milán, Florencia, Berlín, San Petersburgo y Londres, aunque falleció en la pobreza en Buenos Aires.

Muchos criollos pardos y morenos se destacaron en las milicias, incluso llegando a ser oficiales. José Herrera “Tondá”, protegido por del Gobernador Vives, fue Teniente de Batallón de “Milicias de Morenos Leales de La Habana”.”Tondá” se ocupaba de los problemas de justicia de los “delincuentes “de color”, predominante en algunos barrios de la ciudad. Consecuencia de ello, murió asesinado durante el desempeño de esta labor. El pardo Lorenzo Meléndez, Teniente de Granaderos, llegó a tener ciento veinte alumnos en su Escuela, de los cuales solo la tercera parte eran blancos.

En profesiones como dentistas, flebotomianos y parteras, llegaron a ser numerosos e incluso mayoría. Entre los dentistas podemos destacar, por su éxito y clientela, a Charles Blackely, de origen estadounidense y graduado en Londres, que ejercía en La Habana y Matanzas. En esta última, también con buena clientela, los dentistas Andrés Dodge y Tomás Vargas.

En La Habana había doce parteras y siete de ellas eran de origen africano. En la Academia de Parteras, donde se cursaban estudios por dos años para la obtención del título, existía un numeroso alumnado “de color”, el cual recibía sus clases los sábados, a diferencia de las de raza blanca que asistían los miércoles. También hubo maestras, como Juana Pastor, parda libre a la que se le autorizó licencia para establecer una Escuela “de su clase y sexo”.

Fueron comunes los enlaces matrimoniales entre familias de “clases de color” con propiedades y un mayor nivel económico. Poseedores de casas, esclavos, dueños de negocios y rangos militares, se unían en matrimonio con quienes favorecían el aumento de sus capitales. Seguían las pautas trazadas por la burguesía colonial para constituir una clase favorecida dentro de su propio grupo. El barrio de Jesús María, donde vivían muchas familias acomodadas de color, se destacó por la celebración de matrimonios y “por ser favorable a los nacimientos legítimos...”

También los hubo herederos de fortunas. Santiago Pimienta, hijo del sacerdote Nicolás González Chávez, heredó, entre otras haciendas, el potrero “La Paciencia” en el hato Canímar. Aún más destacable la actitud del hacendado español Esteban Santa Cruz, que a sus hijos, tenidos con esclavas, los envió a estudiar a los Estados Unidos, acompañados por secretarios para su mejor desenvolvimiento en ese país.

Caso destacado es la negra Rosario Neyra, que en 1762 ya era dueña de un Ingenio, heredado de su padre Juan Gregorio Neyra, considerado como el “moreno” más rico en la primera mitad del siglo XVIII. Una descendiente de esta familia fue una de las primeras parteras graduadas que ejerciera en la ciudad.

La presencia de un gran número de individuos “de color”, en situación económica ascendente, cuya permanencia y crecimiento era cada vez mayor, fue motivo de preocupación para el régimen esclavista. Con la llegada del general O’Donell y su nombramiento como Capitán general y Gobernador de la Isla, todo cambió. Su gobierno, respondiendo a las presiones de terratenientes, traficantes de esclavos y militares, comienza en 1844 una represión sangrienta contra la población “de color”.

Hechos como la “Conspiración de la Escalera” donde murieron más de trescientas personas, encarceladas más de seiscientas y expulsadas de la Isla otras cuatrocientas, demostraba su interés por la continuidad de la trata de esclavos y su actitud respecto a la naciente pequeña burguesía libre de origen africano, que constituía “un mal ejemplo para los esclavos”. Entre los fusilados estaban el poeta Gabriel de la Concepción Valdés, el dentista Andrés Dodge, el rico propietario Santiago Pimienta y el violinista y Director de orquesta José Miguel Román…

Posteriormente la división entre criollos y peninsulares se hizo más fuerte y prueba de ello es el siguiente texto de un visitante a la Isla: ..”los españoles peninsulares envidiosos de los criollos siempre están burlándose de ellos, principalmente de los nobles a los que llaman aristócratas del azúcar”…

Como dijera Jacinto Benavente…”Es tan fea la envidia que siempre anda por el mundo disfrazada, y nunca más odiosa que cuando pretende disfrazarse de justicia…”


fuente: cuba en la memoria
https://www.facebook.com/CubaEnLaMemoria
CUBA EN LA MEMORIA 13/03/2014

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