Tuesday, March 25, 2014

LA VICTROLA

LA VICTROLA
(Publicado por D. Jácome)


Algunos le llamaban vitrola, sin C, lo que era un error, porque la palabra procedía de la firma “R.C.A. Víctor”, y por tanto es VIC… pero en “El pequeño Larousse ilustrado”, publicado en el 2004, ya aparece: Vitrola: En América, gramófono. Asi que ya la podemos llamar como se nos antoje y estar en lo correcto.

Pero no es este posible debate la razón fundamental de esta publicación, sino su presencia indiscutible, para muchos, en sus recuerdos y la importancia que tuvieron como promotoras de muchos de nuestros mejores cantantes, que a ella debieron su popularidad.

Alrededor de 1905, la R.C.A. Victor, (discográfica fundada en 1901 y que actualmente está fusionada con “Sony Music Entertainment”) comenzó a experimentar la idea de hacer más aceptables los gramófonos, de hacerlos parecer más una pieza de mobiliario en lugar de una pieza de maquinaria. La solución fue cambiar de lugar la trompeta amplificadora y plegarla dentro de un gabinete alto, con tapa en la parte superior y puertas en el frente, que además de ocultar la trompeta, servían como control de volumen. La idea fue rápidamente patentada y nombrada “victrola”.

No fue hasta 1910 y, sobre todo, después del fin de la I Guerra Mundial, cuando la música cubana logra una gran difusión gracias a la presencia de las firmas norteamericanas Víctor Talking Machine Co., que desde 1904 se hacía representar en Cuba por la casa “Humara y Lastra”, de la calle Muralla, y la “Columbia Phonograph Record Co.”, representada, desde 1908, por los Hermanos Giralt.

Durante un tiempo los cantantes cubanos, fichados por los representantes de casas disqueras norteamericanas, debieron ir a grabar a Nueva York o New Jersey, hasta que la “Víctor” empezó a enviar equipos de grabadores a Cuba dos veces al año. Esa casa disquera perdió su hegemonía alrededor de 1950, cuando firmas cubanas empezaron a hacerle una competencia de peso. Las victrolas también demandaban nuestra música y muchos emprendedores no se demoraron en producirla.

El término “victrola” se convertiría popularmente en genérico para referirse a cualquier tipo de gramófono y de cualquier marca. Pero les comentaré específicamente de las que proliferaban en muchos bares y cafeterías de nuestra isla y que funcionaban al introducir una moneda de cinco centavos – un medio -en la ranura que existía al efecto, y al presionar después la tecla junto al nombre del número musical, se podía disfrutar, para el deleite de todos, la música seleccionada.

En inglés, hace más de cincuenta años, era: “juke box”. ¿Algunos recuerdan la canción de los Cinco Latinos? De “juke”, establecimiento pequeño, donde se tomaba refrescos o bebidas alcohólicas, en cafeterías y en bares, donde se escuchaba la música de esa caja, “box”, reproductora.
Pronto se extendió el invento por los establecimientos comerciales de toda la isla y ya en la década de los años 40, y tal vez desde finales de la precedente, desempeñó un importante papel en la difusión y comercialización de la música popular. Prodigaba, a toda hora, la guaracha de moda o el bolero más quejumbroso. Ya en 1954 había unas 10 000 victrolas en la Isla, y en 1959 el doble de esa cifra, aunque sus operadores tenían declaradas solo 8 000 a fin de burlar los derechos de autores e intérpretes.

Lo cierto es que la victrola constituyó un símbolo de cultura popular y una de sus más significativas vías de expresión. Para tener una idea de su relevancia, baste con decir que dichos artefactos obraron como decisivos voceros de la música popular, manifestación que posee un peso gigantesco dentro del espectro cultural cubano.

La victrola desempeñaba un papel importante, pues ponía en evidencia a los cantantes de mayor pegada. Podían cantar mejor o peor, pero si sus canciones recaudaban, los que controlaban el negocio tomaban en cuenta sus nombres y esa preferencia decidía la grabación discográfica. Y la televisión difundía al cantante ya popular para hacerlo aún más popular.

Desde 1944 había surgido el sello cubano “Panart”, que diez años después producía medio millón de discos anuales y exportaba el 20 por ciento de estos. En 1952 se funda el sello “Puchito”, y a partir del año siguiente la casa disquera “Montilla Internacional” logra un amplio catálogo de zarzuelas cubanas. Surgen también los sellos “Gema”, de los hermanos Álvarez Guedes, y “Rosell Récord”, de Rosendo Rosell, y, entre otros más “Discuba”, “Kubaney”, “Velvet” y “Maipe”. Como esta industria ya para esta fecha estaba totalmente en manos cubanas, las victrolas absorbían cada año cerca de tres millones de discos de producción nacional.

A través de sus grabaciones, estas casas disqueras lograron éxitos indiscutible que hoy son gloria de nuestra música como: “Amor fugaz” (Benny Moré), “Los aretes de la luna” (Vicentico Valdés), “Imágenes” (Frank Domínguez), “En la imaginación” y “Deja que siga solo” (Marta Valdés), o “Son cosas que pasan” (Ela O’Farrill).

Muchos son los artistas que lograron una popularidad arrolladora en corto tiempo, como Blanca Rosa Gil, que alternaba en el Ali Bar con estrellas como Benny Moré, René Cabell y Fernando Álvarez. Lo mismo ocurrió con Ñico Membiela, prácticamente desconocido, pese a sus años en la música, y que se convirtió en un suceso victrolero sin precedentes. Todos se hicieron popularísimos gracias a la victrola.

Si hay un tipo de música que podemos relacionar sin dudas a la victrola es el bolero. El llamado “bolero de victrola” era el que se escuchaba en bodegas, bodegones e incluso en bares de mala muerte junto a una cerveza, ya fuese celebrando un nuevo amor o sufriendo un desengaño… pero siempre con música. Así somos..

Algunos de estos primitivos aparatos musicales fueron tan bien construidos que han sobrevivido el paso del tiempo hasta nuestros días en manos de los museos o coleccionistas. Y muchas de ellas aún funcionan, especialmente en ambientes retro o zonas en donde las tecnologías actuales todavía no han proliferado. Otras muchas terminaron oxidadas y destruidas por el tiempo o la indolencia, pero los boleros que estas máquinas amplificaron han llegado hasta nuestros días.

El desarrollo tecnológico de los equipos reproductores de música ha hecho que el modo de escucharla haya cambiado mucho, también han cambiado las estéticas, los estilos de vida, las modas, los giros del lenguaje y nuestras propias vidas. Hoy cada cual, de forma individual, escucha la música que quiere e incluso la lleva consigo a donde vaya, pero la victrola tenía un encanto muy especial, hacía posible que compartiéramos socialmente, en grupo, una misma melodía.

CUBA EN LA MEMORIA 25/03/2014



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